AYUDA AL REFUGIADO

Hola, somos, Itziar y Borja, una pareja de asturianos comprometidos con el mundo que nos rodea y activistas en materia social que nos preocupa la gente y nos revelamos contra las decisiones políticas que arrinconan la vida de las personas. Las decisiones políticas están llevando a los ciudadanos sirios y de otros países del entorno, que huyen de la guerra, a un callejón sin salida en que la penuria de niños, ancianos e impedidos es la imagen con la que desayunamos todos los días. Las familias que huyen buscan refugio en países como el nuestro donde, a pesar de las dificultades económicas de mucha gente, piden ayuda y comprensión, al igual que hicieron nuestros antepasados (abuelas/os, madres/padres) durante la guerra civil y en otros lugares de Europa durante la segunda guerra mundial.

No podemos quedarnos pensativos y parados viendo cómo suceden los acontecimientos. Nuestros principios de solidaridad con las personas necesitadas y nuestro espíritu internacionalista no nos lo permiten. En contra de las indecisiones político/administrativas; en contra de las decisiones políticas de los gobiernos de la Unión Europea y el resto de los países, que fomentan y pagan por devolver y condenar a la población siria a campos de refugiados, donde no hay futuro y se agotan las esperanzas de volver a ser persona; y en contra de los seres humanos que viven calientes y sin penurias de espalda a la realidad de un pueblo que clama ayuda...no nos quedaremos parados.

Es difícil concretar y comprometer nuestra ayuda con alguna de las organizaciones que ya están presentes en los lugares de conflicto y de llegada de migrantes, porque la mayoría tiene una estructura propia, objetivos claros, con perfiles determinados y solicitan relevos de los voluntarios por periodos de 15 a 21 días. Pero sabemos que en la red que se lleva tejiendo desde hace meses faltan voluntarios colaboradores que hilen allí donde el tejido se rompe o no se comunica bien. Sabemos que en el día a día se necesitan muchas cosas inmediatas en los distintos grupos que operan en aquellos lugares (Lesbos, Quíos, Atenas, Idomeni, Kabala, etc), cosas que hay que comprar, adquirir en el comercio local, traslados por gente autónoma....AYUDA.

Nosotros vamos a Grecia durante nuestras vacaciones (del 23 de marzo al 3 de abril). Vamos con lo puesto, pagando nuestro viaje, con una sonrisa y la ayuda de muchas personas que se han dicho lo mismo, pero que no pueden acudir. Con la ayuda económica de estas personas intentaremos ayudar a tejer ese hilo inmediato de tejido que necesitan los grupos en el día a día. Solo podemos estar 10 días, pero estamos seguros que muy intensos. Vamos preparados para todo y nos acompañan las voces y fuerza de muchas personas que como tú, haces que merezca la pena el género humano.

Pensamos contaros en este blog lo que ocurre día a día, con texto e imágenes. Intentaremos reflejar cómo ha servido vuestra ayuda. Pero lo más importante...cómo están los refugiados, la labor de los voluntarios, qué necesitan y qué está pasando.

Muchísimas gracias a todos los que habéis participado con vuestras aportaciones, a veces casi sin tenerlo. Intentaremos dignificar vuestra colaboración, darles aliento y transmitir vuestro ánimo.

Un saludo

lunes, 4 de abril de 2016

LA DESPEDIDA




2 de abril


 

Hoy sábado fue nuestro último día en Ritsona. Madrugamos tanto como nos permitió el cansancio acumulado de estos días. “Morning”, “Kalimera” y otras palabras de cortesía sonaban en un campamento, que tras días de convivencia es ya políglota, para dar así los buenos días a conocidos y extraños. Aunque sus habitantes ya están despiertos, el trabajo voluntario por las mañanas transcurre lentamente o no llega a producirse. La carpa grande es siempre el punto de encuentro (o desencuentro) entre compañeros que esperan poder ser útiles en alguna labor y, así mismo, muchos refugiados se acercan y se van, en un intento de matar el aburrimiento constante que comienza a gobernar en Ritsona. Si necesitas encontrar a cualquier persona, pues, basta con engancharte a alguno de los grupos de conversación distendida y esperar pacientemente. Las personas más activas en el campamento suelen también pasar por allí de vez en cuando. 

Damos los buenos días a un conocido, luego a otro. Un “How are you?” y una sonrisa. Nos invitan a tomar un café con ellos. Ese que teníamos pendiente de hace días y que habíamos tenido que rechazar en varias ocasiones por estar ocupados con varias tareas de reparto u organización. El café y el té son de esas pocas cosas que se preparan ellos mismos de vez en cuando, siempre que las existencias del container lo permitan. Extienden un saco de dormir en la hierba en frente de una tienda y nos invitan a tomar asiento. Es nuestro último día allí y así se lo recordamos aunque ellos ya lo saben. Así pues, toca intercambio de contactos y fotos grupales. Una imagen que relata lo sencillo y lo cotidiano, que habla de historias anónimas (las suyas y las nuestras) que coinciden en un lugar y un tiempo que no debieran. Escribir los nombres y contactos en los respectivos móviles, finalmente, se antoja una tarea divertida. Ellos saben utilizar nuestro alfabeto pero para mí resulta imposible entender qué teclas debo pulsar en árabe. No importa, siempre acabamos entendiéndonos.

El resto de la mañana aprovechamos para dejar en la escuelita muchas mochilas que fueron repartidas entre los niños que aún no tenían. Es una buena forma de normalizar su situación y favorecer que guarden todo su material escolar en ella para el día siguiente. Las mochilas son, también, útiles para los adultos puesto que en las tiendas no abunda el espacio y sus pocas pertenencias suelen ser guardadas en bolsas de plástico, que también utilizan como equipaje de mano cuando se van. Otra de las compras que creímos acertada fue calzado deportivo. Estos días hemos observado esta enorme carencia. Si bien nadie va descalzo, un vistazo rápido permite al observador darse cuenta de niños con zapatos de tallas enormes, suelas rotas o calzado completamente inadecuado para caminar entre barro y gravilla. Como nos resultó imposible adquirir este producto en enormes cantidades, por una vez, determinamos un reparto no equitativo. Primero los Kurdos por ser un grupo frecuentemente marginado en el caótico reparto, luego los demás, tantos como nos fue posible.

Para dar continuidad a las actividades lúdicas que habían puesto en marcha los compañeros portugueses organizamos también un improvisado taller de pintura y plastilina para niños que tuvo mucho éxito y al que se sumaron otros voluntarios. Tarea complicada poner de acuerdo a más de 20 pequeños de todas las edades ansiosos por no quedarse sin materiales de juego. El tiempo que duró la actividad hasta la colocación de las cartulinas dibujadas en la pared de la carpa, lo recuerdo como agobiante, en un intento de atender de manera simultánea todas las demandas. Pero mereció la pena. Fomentar y promover los aspectos lúdicos y socioculturales de pequeños y mayores ayuda a combatir la desidia y la desesperación. Y lo más importante, reduce las tensiones que comienzan a surgir entre grupos.

Durante el resto de la jornada, caminar por el campamento era hacerlo rodeada de 3 o 4 niños que competían por agarrarse de mi mano y de mi camiseta. Una de ellas era Nour, eterna compañera de juego, que me ayudó incluso en el reparto equitativo de botellas de agua según el número de habitantes por tienda. 

Cae la tarde y el reloj anuncia despedidas. La familia de Nour fue la primera. Jugaba con ella en la tienda cuando, de repente, me señala mediante gestos unos guantes que tengo en la mochila. Quiere limpiar el suelo del campamento, como solemos hacer a diario. Es agradable entender que ella y muchos otros niños se han acostumbrado a ayudar en las batidas de limpieza espontáneas que organizamos los voluntarios y algunos refugiados. Pero hoy ya no me queda tiempo. Niego con la cabeza. “Tomorrow?”. Y entonces, me derrumbo. No quiero llorar delante de ella así que me retiro para hacerlo y poder recomponerme. Se acerca el padre y me pide que no lo haga. Les explico que me voy ya. Me dan las gracias, me consuelan. Nour asiente y me señala la estela de un avión en el cielo. Ella y yo nos iremos juntas a mi país. Más tarde, cambiaría de opinión minutos antes de subirme al coche. Promete ir a verme, se señala el pecho y luego a mí. Por último, señala sus sienes. Entiendo lo que dice. Yo también la echaré de menos.

Nos despedimos también de algunos voluntarios. En especial de dos compañeros de Londres que también se van mañana. Son especiales porque llegaron al aeropuerto de Atenas el mismo día que nosotros. Y compartieron las mismas vivencias. No hay palabras que puedan describir a qué saben los abrazos de despedida. Saben, quizás a compromiso, saben a justicia. A la promesa de no claudicar en esta batalla. A un “hasta luego” y un “buena suerte”. Son voluntarios de muchas partes del mundo que acudieron a la llamada humilde de los griegos locales. Personas inexpertas que recorrieron cientos o miles de kilómetros para encontrarse en el camino. Ocho días no dan para jurar amistades eternas. Pero saberse en la misma situación ayuda a seguir creyendo que otro mundo es posible. Gracias por ejercer la solidaridad, y no la caridad, de quien no conoce fronteras. Si en algún momento todo dejó de tener sentido para mí mirarles a los ojos me recordó por qué estaba allí.

Gracias también a los miles de griegos solidarios que sin tener nada, en un país traicionado por la EU, están a la altura de la situación histórica. Todos los días llegaban con ropa o se acercaban a conocer la situación del campamento. Otros a los que nos encontrábamos en el pueblo se sorprendían de la presencia de dos españoles como cooperantes independientes. Pero siempre nos encontrábamos con la sonrisa y la aprobación de los lugareños. Tampoco se me olvida la simpatía de uno de los trabajadores del hotel cuando le dijimos que no estábamos de vacaciones sino ayudando en el campamento. Al despedirnos de él nos agradeció enormemente nuestra ayuda. “Hay que abrir las fronteras para que podamos acogerlos en toda Europa”, se despedía.

Hoy dejamos el campamento tras la llegada de dos ONG que tienen gran experiencia en Lesvos. Estamos seguros de que la misión de los voluntarios independientes que dimos soporte inicial al campamento fue importante. Pero nuestra historia termina aquí, para dejar paso a que otros puedan seguir llegando. 

Lejos ya de nuestro perfil de voluntarios invitamos a dos sirios jóvenes a venir con nosotros a Chalkida, un pueblo cercano, para ver el partido del Barca-Real Madrid. En principio, la información que nos llega es que está prohibido el transporte de refugiados en coche. O al menos sin comunicación previa. Pero estos días atrás habíamos visto a varios griegos que pasaban por la carretera para recoger a personas haciendo autostop. Algo inimaginable en España. Los refugiados tienen, se supone, libertad de movimiento mientras que se regulariza (o no) su situación. Pero como decimos siempre que nos preguntan… ¿A dónde van a ir? Como mucho una vuelta por la zona o un breve viaje al pueblo. Alguno consigue llegar a Atenas para gestionar burocracia administrativa en petición del asilo o para recibir un sobre en el que les envían dinero. Y nada más.

Pero consideramos que merecía la pena arriesgarse. Así pues, una vez en un bar del pueblo disfrutamos de una amena conversación en la que nos explicaron donde vivían antes de marcharse, la ciudad donde estudiaban una carrera universitaria o cómo consiguieron llegar hasta aquí. Todo ello, utilizando a menudo la wifi del bar para enviarnos mensajes de whatsapp en los que cada uno traducía a su propio idioma lo que el otro escribía. Uno de ellos calculaba los meses que faltaban para que su mujer diera a luz. Definitivamente el bebé nacerá en el campamento de Ritsona, entre tiendas militares e incertidumbres de futuro. Sin una nacionalidad, como un número más para la historia. 

Les dejamos disfrutar del partido mientras que nosotros nos fuimos a despedir de la cooperante española y la chica griega que la aloja. A la cena estaban también invitados otros tres griegos que, además de sorprenderse de nuestra presencia, se interesaron enormemente por la situación allí. Y dispuestos a comenzar a ayudar en el campamento.

A la vuelta, recogemos a los chicos sirios que celebran la victoria del Real Madrid como si de un acontecimiento histórico se tratase. Haber podido ver ese partido representa, simbólicamente, haber podido por un momento alejarse de su acinamiento en el campamento, de sus problemas y de sus miedos. Fue de las pocas veces que vi sonreir a Mhmd. Es el chico que un día me explicó que había viajado con su hermana, que a su madre la mataron en Siria y que desde que partió no sabe nada de su padre. Tiene 22 años.  Paramos el coche delante de la policía que custodia las 24 horas del día la entrada del campamento. No se inmutan, solo observan.

Llega entonces la última despedida. Me dan la mano y no puedo evitar darles un abrazo que les genera sorpresa pero que luego aceptan amablemente. ¿Qué se puede decir más? Buena suerte quizás, un hasta pronto. Tienen los ojos llorosos. Y por un segundo, entiendo lo difícil que es dejarlos atrás. Lo aterrador y doloroso que resulta abandonarlos a su suerte en medio de la nada. Se despiden de Borja y, antes de que pueda subirme al coche, Mhmd coge mi cara entre sus manos y me da un beso en la frente. Por favor, escríbeme, le digo. Él sólo asiente. Entonces vuelvo a observar su gesto destrozado y su mirada perdida.

Y poco a poco se van alejando en la oscuridad del campamento. Que volvamos a vernos. Malditas las guerras y los canallas que las hacen. Malditos estos, dirigentes genocidas del mundo, que asesinan y humillan a los pueblos. Maldito aquel que no será capaz de entender nunca esos besos y abrazos que nos dimos sin apenas conocernos en ese lugar recóndito de Grecia.

OPEN THE BORDERS. ABRID LAS FRONTERAS.
ABAJO EL CAPITALISMO RESPONSABLE Y ASESINO. NO A LA GUERRA.
BIENVENIDOS REFUGIADOS



Itziar Fuente



El almacén empieza a parecer otra cosa

El registro y la organización, también



El pequeño taller de dibujo y pintura libre..."freedom"...que palabra tan extraña en este lugar.
Un pequeño tributo a la enorme labor de nuestros amigos portugueses.

El secuestro de Itziar por la población infantil.


Y por último las despedidas


Historias tristes y brutales rodean a estos jóvenes sirios. En primer término Mhmd.

Con las compis cooperantes griega y española

Con Nour y su familia. Mucha suerte. Volveremos a encontrarnos.

¿Y este pispajo?...imitando el giro de lengua de Itziar

Hasta siempre pequeña. Siempre os recordaremos




Hoy igual que siempre...Adelante Refugiados

Hasta siempre Ritsona. Os esperamos.
 Gracias a todas/os por vuestra ayuda. Lo intentamos.
 Y llevamos vuestra solidaridad a cientos de personas.


 

sábado, 2 de abril de 2016

CRÓNICA DE UNA CONTRADICCIÓN


31 de Marzo y 1 de Abril



"Porque vivimos a golpes,
porque apenas si nos dejan decir que somos quien somos, nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno.
Estamos tocando el fondo"

Estamos tocando el fondo...

Gabriel Celaya




                      Hoy seré breve. El cansancio físico, pero principalmente, psicológico está siendo un mal compañero de viaje en los últimos dos días. La gran desorganización general y la falta de coordinación entre grupos de personas y voluntarios independientes comienza a sentirse como un problema recurrente. Incluso la tarea más sencilla o la compra de un recurso necesario para el campamento puede convertirse en una pequeña aventura. 

Hoy el día nos deja una mala experiencia, ajena al campamento y sus gentes. Con el acuerdo UE-Turquía y el desalojo de las islas griegas muchos materiales están siendo trasladados a Atenas y otras zonas donde son guardados en almacenes con la intención de ser transportados hasta los nuevos campamentos peninsulares. A fin de evitar la duplicidad de recursos, algunos compañeros griegos con el estímulo de una de las futuras voluntarias españolas (Luchy) contactaron con un almacén en Atenas para hacer un primer pedido de prendas de vestir y zapatos para bebés. Existe una ONG que se dedica al transporte a lo largo y ancho del país pero, a petición de algunas personas de la organización griega accedimos a encargarnos nosotros hoy de este primer viaje. Tras intentar asegurarnos de que todo estuviera preparado a nuestra llegada emprendemos el trayecto hasta allí. La localización de GPS que nos envían nos lleva hasta un pequeño polígono industrial. Extrañados preguntamos por la zona e incluso, un trabajador que pasaba por allí al vernos perdidos nos pregunta y, a continuación, realiza varias llamadas intentando confirmar la existencia de este almacén o de los nombres de sus personas de referencia. Nadie sabe nada. Tras una hora de espera en la que los compañeros griegos nos piden continuamente que permanezcamos allí a la espera de nuevas noticias nos comentan que hay una persona yendo en nuestra busca para darnos alguna información. Pero nosotros sólo queremos la localización real de este lugar y nadie llega en nuestra busca. Más de media hora más tarde decidimos volver a Ritsona con la sensación de haber perdido toda la tarde. Es entonces cuando nos hacen saber que la localización real, como era de esperar, dista mucho de las indicaciones que habíamos recibido. El almacén se encuentra en El Pireo, el puerto de Atenas, donde permanecen cientos de refugiados procedentes de las islas. Este es, pues, un ejemplo de la gran incapacidad organizativa de muchos perfiles políticos entre el voluntariado de aquí y de allí. 

Aun siendo consciente de nuestras limitaciones, por la dificultad en la comunicación y por el breve tiempo de nuestra estancia, hoy me persigue un sentimiento de tristeza y derrota. Tristeza porque mañana debo despedirme de todas estas buenas gentes que tanto me han enseñado en estos 8 días, de los niños, que me han dado más cariño del que jamás recibirán en este mundo injusto. Y también de Nour, que hoy dibujaba su nombre y el mío en la pizarra de la escuela en el interior de un corazón. Puede que mañana cuando me despida de ella, lo haga como si fuera un día más. No quiero que sepa que no voy a volver. Quizás algún día comprenda esta historia. Quizás este día pueda perdonarnos por haberla (haberles) abandonado y haber mirado para otro lado. Ese día, al menos, podré mirarle a los ojos sin avergonzarme, decir que al menos lo intenté, que esta Europa asesina no firmó un acuerdo en mi nombre.

Decía que hoy también me siento un poco derrotada. Pero no es del todo cierto. En este momento todas las familias pueden lavar su ropa y tener cubierta su higiene personal durante un tiempo. Esto es, en gran parte, gracias a las compras realizadas. En este momento también existen recursos para la limpieza del campamento que son usados por voluntarios y residentes diariamente. En este momento el agua potable de las botellas se reparte equitativamente. En este preciso momento pienso que nuestro viaje no fue en vano. Hemos podido aportar mucho a este campamento, tanto material como emocionalmente. Pero nunca imaginamos que sería imposible compensar todo lo que hemos recibido a cambio.  Llegamos un día 24 de marzo ligeros de equipaje pero, a un día de emprender nuestro viaje de vuelta, nuestras mochilas vuelven llenas de historias y de sueños, de algún naufragio quizás, de una fotografía que para el tiempo. Pero también y sobre todo, de una deuda pendiente: devolver a este pueblo, al menos, tanto como ellos nos han dado en sólo 8 días. 

Dije que hoy sería breve pero no he podido. Supongo que siento la necesidad de hacer justicia, con estas líneas, a la realidad que allí se vive.

  Como decía Gabriel Celaya "Son palabras que todos repetimos sintiendo como nuestras, y vuelan. Son más que lo mentado. Son lo más necesario: lo que no tiene nombre. Son gritos en el cielo, y en la tierra son actos".

Itziar Fuente



Zanja para acometer el tendido eléctrico del campamento




Las últimas compras

Con un grupo de nenus de Ritsona Camp. Momento de disfrute del chupa-chups.

jueves, 31 de marzo de 2016

SE HACE CAMINO AL ANDAR


Miércoles 30 de Marzo


El "Comando Ibérico" Portugal-España en la despedida
Hoy ha sido un día muy productivo. Algunos compañeros llevábamos días intentando organizar una reunión interna entre el voluntariado internacional para detectar las deficiencias y distribuir tareas a lo largo del día.

La de hoy fue la primera asamblea de este tipo que logró arrancar un atisbo de futuro coordinado en el campamento. Nuestra carencia de idiomas está dificultando la comunicación fluida, pero la presencia de una compañera española que traduce a menudo nuestras sugerencias se agradece en estos momentos de debate y toma de decisiones. 

Gracias al dinero de las donaciones estamos pudiendo abastecer en cantidad suficiente productos de primera necesidad, así como materiales escolares. Igualmente, en estos días vamos a intentar destinar los fondos a la creación de infraestructuras. Es el caso del nuevo espacio que hoy creamos en una tienda vacía, denominado por algunos voluntarios como "espacio para mujeres", que pretende suplir la carencia de un lugar en el que ellas puedan reunirse tranquilamente y amamantar a sus bebes, recibir indicaciones para su futuro parto o simplemente sentir como propio un espacio en el que poder organizarse. Existen discrepancias respecto a su funcionalidad. En nuestro caso, consideramos que no debe potenciar actitudes o comportamientos machistas. Por contra, la existencia de esta tienda adecuada para estos fines permitirá a 23 mujeres embarazadas tener asegurada una atención por parte de la comadrona que llegará mañana al campamento. Es justo decir que, aunque las mujeres participan menos en los trabajos comunes o en las asambleas generales, esta situación es equiparable (especialmente en el caso de las sirias) a lo que ocurre en España u otros países europeos. 

No obstante, a cada paso, con cada decisión, intento analizar y comprender políticamente si lo que hacemos es correcto. Cada día surgen nuevas situaciones que acrecientan la desigualdad interna no sólo entre grupos de procedencias diversas, sino también entre los propios compatriotas. Los voluntarios griegos, todos coincidimos en esto, deben seguir tomando el protagonismo de la coordinación del campamento. Pero ellos se encuentran saturados y la voluntad no siempre es suficiente. Los "containers" donde se guardan los productos y materiales de necesidad básica se abren en determinados momentos para atender a las demandas de los refugiados. Pero un reparto aleatorio no asegura que todas las familias reciban al menos lo mínimo ni evita la acumulación de unos y la escasez de otros. Nuestro contacto entre los kurdos así nos lo confirma. Sentimos entonces que nuestra labor debe ser seguir insistiendo en sistematizar el reparto. Comentamos entre unos cuantos, incluso, la posibilidad de la utilización de tarjetas con el número de tienda para ser presentadas en el momento del reparto de tal forma que los voluntarios podamos llevar un registro de quién reciben qué cosas.  

Por su parte, muchos griegos solidarios se acercan con su coche hasta el campamento para repartir productos diversos. Calzado, ropa, juguetes, etc. Una de las obligaciones morales del voluntariado es advertir de la existencia de contenedores en los que guardar todo esto a fin de evitar los agolpamientos y este mismo reparto aleatorio. 

Hoy ya no somos extraños transeúntes en el campamento. Caminar por entre las callejuelas de las tiendas puede llegar a resultar incómodo para quien llega nuevo. Pero ya no para mí. A cada paso, y en cada esquina, un saludo o una sonrisa. Una breve charla mediante gestos. Y una pregunta recurrente "¿Por qué viniste?". Mi contestación siempre es la misma: "sólo para ayudar". Algunos disimulan su sorpresa. Y entonces, entienden que no es casual que estés allí. Nos hacen saber que valoran el esfuerzo y el cariño con el que intentamos transmitirles que no están sólos.

Hoy, desde España, me llega la triste noticia de que en los medios de comunicación se está generando el temor de que entre los refugiados existen radicales que aprovechan la confusión para llegar a países europeos donde ejecutan actos terroristas. No se si parece lo más lógico pensar que estas personas recorren cientos de kilómetros a pie para jugarse la vida en una barca por la que pagan no menos de 500 euros con la esperanza de pisar terreno seguro. Y todo ello para, si tienen suerte, planear y ejecutar un acto suicida. Señalo a los gobiernos europeos como responsables últimos de este conflicto. Únicos terroristas por vender armas a los responsables de esta guerra. Digo bien al decir terroristas. Lo son también por violar los derechos humanos, por bombardear a civiles. Yo hoy no veo terroristas en el campamento de Ritsona. Sí veo, sin embargo, mujeres y hombres de procedencias diversas que darían todo por recuperar su anterior vida en su país.

Hoy termino este día y estas líneas con una despedida. Decimos adiós a cuatro maravillosos compañeros de viaje portugueses (foto de portada). No me olvidaré nunca de sus lágrimas al marchar, ni el mar de abrazos, besos y agradecimientos que recibieron de los refugiados. Una niña llora y no se suelta del brazo de Ana, una de las chicas portuguesas. Marta sujeta a un bebé en brazos. Es hijo de una mujer que mataron en Siria hace algo más de un mes. Su padre le pide que se lo lleve. No quiere este futuro para su hijo. Durante unos minutos volvió a escucharse un timbal que esta vez sonaba a despedida. Fue la dedicatoria a estos cuatro hombres y mujeres dignos. Gracias, compañeros, por ser. Buen viaje. Nos vemos en el camino.


Itziar Fuente




Nave para almacén. Arriba la nueva puerta.



Preparando un avance para la tienda a base de ramas




Nuevas compras. Arriba productos limpieza y lavado. Abajo, Borja con los materiales para el nuevo espacio de lactancia y parto "espacio para mujeres"



Los niños siguen pintando sus experiencias traumáticas




Noor, la amiga siria de Itziar, con su mochila nueva.

martes, 29 de marzo de 2016

DEFENDER LA ALEGRÍA




29 de Marzo




Defender la alegría como una trinchera
defenderla del escándalo y la rutina
de la miseria y los miserables
de las ausencias transitorias
y las definitivas

[...] 
defender la alegría como un derecho
defenderla de dios y del invierno
de las mayúsculas y de la muerte
de los apellidos y las lástimas
del azar
y también de la alegría.

MARIO BENEDETTI



Esta es la historia de los pueblos sin tierra, de un niño que nació desterrado por las bombas fabricadas por los mismos que hoy escriben su futuro incierto, de un reloj que ya no da la hora en el campamento de Ritsona. Quizás también de cómo defender la alegría, espontánea y humana, de quien nada tiene qué perder ya.

Cada vez somos más voluntarios en el campo y hoy por fin comenzamos a limpiar y organizar el edificio que utilizamos para almacén de ropa y distribución de comida. Las buenas noticias llegan esta vez desde la comandancia del ejército en connivencia con el Gobierno griego. Dos operarios colocaron cristales en los huecos de las ventanas del edificio y todo parece indicar que en tres o cuatro días tendremos también puertas. Ellos conocen el gran problema que existe allí. Aunque algunos refugiados se aseguran de la continua presencia de mesas dispuestas en las entradas del edificio para permitir el paso únicamente de voluntarios internacionales y del propio campamento lo cierto es que existe un preocupante caos generado por el "libre autoservicio" de personas que llegan, cogen y se van. Esto no ocurre con el alimento, que se distribuye en cantidad abundante para todas las familias. Así pues, retomar el control de este espacio será un gran avance en el camino por favorecer un orden que permita asegurar una distribución equitativa y tranquila.

Nuestros compañeros portugueses, procedentes del puerto de Atenas, decidieron focalizar su acción en Ritsona creyendo, con buen criterio, que los materiales y juegos para niños y adultos resultarían más útiles aquí. Nos cuentan que en Atenas las personas que llegan a la ciudad y los ciudadanos locales descargan maletas de materiales y necesidades para los que allí se encuentran atrapados, sin poder moverse a campamentos por haber gastado sus ahorros en llegar a tierra firme. Hoy fabricaron un enorme ajedrez con mucho éxito entre los mayores. Los más pequeños terminaron la jornada con las manos manchadas, esta vez, de pintura en el taller de dibujo que los portugueses facilitaron.

Nur (o así alcanzo a entender que se llama), la niña con la que juego todos los días, me abraza espontáneamente. Esta mañana, cuando fuimos a comprar algunos productos más de limpieza decidí aprovechar para comprar una mochila morada, como la mía, utilizando mi propio dinero. Discretamente, la saco de mi mochila y se la entrego. Hacía días se sentía triste porque no tenía donde llevar su libreta a la "escuela" del campamento a la que asiste diariamente. Y entonces entiendo que este viaje merece la pena sólo por ver esa sonrisa radiante ante un regalo que muchos otros despreciarían. De repente me coge de la mano tirando de mí. Caminamos entre las tiendas hasta llegar a la que es desde hace menos de un mes su nueva casa improvisada. Conozco a su madre y me invita a pasar. Ninguna sabe inglés, yo tampoco. Pero no es necesario. Ella le enseña su nueva mochila y las tres intercambiamos gestos divertidos en un lenguaje que sólo nosotras conocemos. Ellos, los de arriba, los poderosos, no pueden entendernos. Por muy altas que sean las fronteras alambradas que impidan el paso, por más muros que construyan tratando de impedir ver qué hay al otro lado...hoy no pueden arrancarnos la sonrisa. No saben de qué hablamos.

Vuelvo a la tienda grande donde prosigue el taller. Un chico sirio de 19 años pinta una barca en medio de un mar. Me acerco con celo a pegarla en la pared. Me explica que ese es el bote en el que viajó de Turquía a Quíos por 600 euros con su hermana después de ser apresado durante 15 días por los militares turcos en un polideportivo sin comida ni apenas bebida. Supongo que por el simple hecho de existir. Su familia sigue en Siria porque empleó su dinero en que sus dos hijos salieran de allí. No ha podido contactar con ellos desde hace un mes cuando comenzó su viaje. Me enseñan vídeos del trayecto en lancha y del hacinamiento en el polideportivo. No podré transmitir nunca el nudo en la garganta que sentí.

Es esta, pues, también la historia de cómo las fronteras se derrumban ante la debilidad de sus mentiras. La historia solidaria de quien no hace caridad sino justicia. Pero no estamos todos. Hoy siguen faltando las voces de los pueblos de Europa, cuyos cánticos silenciosos no llegan a esta orilla del mediterráneo. Que se levante la gente, que el pueblo despierte. No vaya a ser que luego sea tarde.


Saludos desde la tierra de los nadie.









Amanece en Ritsona Camp y hay que mantener el campamento.
Anclajes, lonas, zanjas y ... leña para calentarse del intenso frío



Aprovisionamiento de ropa en el almacén



Ahora, y gracias a los cubos, detergente y útiles que pudimos comprar
con vuestras aportaciones, pueden lavar la ropa y mantener unas mínimas
condiciones de higiene, contribuyendo a la resistencia de enfermedades.



El Ejército amplia la zona del Campamento en previsión de la
llegada de más refugiados. Ellos se ocupan, por encargo del
Gobierno griego, de la infraestructura. Hoy trajeron un gran
container para guardar los materiales que van llegando.



Y nosotros acondicionando y limpiando una tienda de
una familia que marchó para entregar a otra que ha llegado.







Mantener los juegos, la escuela, el dibujo, las pinturas, en los más pequeños.
Se trata de mantener la vida, de difuminar los horrores de aquello que
aún tienen grabado. Gran idea la de los portugueses.



También para los mayores. Este ajedrez ha tenido gran aceptación.




Se escapa el día en Ritsona Camp. Como nuestros pensamientos.
¿Valdrá la pena lo que estamos haciendo? ¿Servirá para que los
poderosos remuevan sus conciencias? Si al menos sirve para
transmitir lo que ocurre. Para decir al mundo que no es suficiente.
Que están intentando destruirnos como personas. Que esta gente
no tiene la culpa. Que no podemos ser tan ruines con los "miserables"




lunes, 28 de marzo de 2016

SON ELLOS, LOS NADIES

Lunes 28 de Marzo







Para la libertad me desprendo a balazos
de los que han revolcado su estatua por el lodo.
Y me desprendo a golpes de mis pies, de mis brazos,
de mi casa, de todo.

[...]

Retoñarán aladas de savia sin otoño
reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida.
Porque soy como el árbol talado, que retoño:
porque aún tengo la vida."

MIGUEL HERNÁNDEZ




Porque algunos no son dueños ya de la suya, porque son otros quienes deciden quién vive y muere. Porque apenas, sí nos dejan decir que somos quien somos. Por eso, y porque mientras tengamos la vida seremos. Y aquí seguimos. Nos sentimos en casa. La vida en el campamento nunca deja de sorprendernos. Todas las historias toman rostros aquí. Cada instante es una fotografía que para el tiempo. 

Ayer observamos que las condiciones de higiene y salubridad del campamento empiezan a ser deficientes. Se trata de un campamento que tiene menos de un mes de existencia. Pero la acumulación de basura es manifiesta. No existe aun organización en torno a la gestión de residuos y la situación de pobreza y relativo caos favorece esta situación. Es por eso que ayer compramos escobas, guantes y otros utensilios de limpieza y dedicamos buena parte de la tarde a la recogida de basura. 

Un chico joven sentado en un tronco me mira, atento a la labor que estoy realizando. Esto es así durante un largo espacio de tiempo. Recojo con las manos protegidas por guantes montoncitos de basura que Borja va apilando. Me paro a fumar un cigarro. Me mira y yo le saludo sonriendo. Cuando acabo vuelvo a agacharme para seguir recogiendo. Y siento 4 manos más sosteniendo una bolsa de basura a mi lado. Son él y otro chico. Me sorprende y ahora creo que han estado observándome durante todo este tiempo sin atreverse a decir nada. Pero durante media hora nos ayudan a recoger mientras que llaman la atención en árabe a personas que deambulan de un lado para otro. Y entonces, empiezo a sentir que quizás, sólo hace falta tomar la iniciativa. Que son los actos los que guían el camino. Que nuestro trabajo aquí no es más que aportar la iniciativa para echar a andar. Llueve a mares de repente. Y yo les pido que dejen de recoger para que no se moje la poca ropa que tienen. No quieren, e insisten en seguir con nosotros hasta que damos por finalizada la labor. Una mujer con un bebé en brazos pasa a nuestro lado. Nos da las gracias en inglés. Al segundo otra mujer sonríe en agradecimiento por la labor. A veces las miradas bastan y las palabras sobran. 

Hoy, nuevamente nos dedicamos a limpiar, esta vez una zona en la que se comparten baños y zona de juego. Es complicado ver a los niños jugar en una zona encharcada con agua procedente de los baños.

Una familia se fue del campamento y otra llegó en su lugar minutos más tarde. Había que limpiar y sanear la tienda. Mientras lo hacíamos se acercó otro chico joven afgano y así como el día anterior ocurrió se sumó al equipo de limpieza. Un hombre y una mujer esperan en la entrada de la tienda educadamente. Nos dan las gracias una y otra vez apurados por nuestra humilde acción. Son los nuevos refugiados que llegan quién sabe desde donde. 

Durante toda la mañana, con la ayuda de otros voluntarios, nos dedicamos a buscar y comprar cubetas, muy necesarias para lavar la ropa. El único agua que llega a Ritsona Camp es la procedente de un camión cisterna y de depósitos que se renuevan todos los días y el lavado de ropa es complicado sin estos barreños. Aprovechamos también para comprar jabón y champú. En resumen, tres coches cargados de productos comprados con las donaciones solidarias de Asturias. Como así lo hicimos saber. Todo esto se descarga en un contenedor industrial para el posterior reparto equitativo. Mucha gente colaboró ordenadamente en la descarga, voluntarios y refugiados. El resumen de gastos del fondo solidario en lo que llevamos de estancia es de 1.108 euros.

Quizás no sea suficiente todo esto. Pero, desde luego, la necesidad de estos recursos permitirá tener aseguradas unas condiciones de higiene medianamente dignas al menos por un tiempo. No obstante, hoy estuvieron los militares acondicionando otra zona del bosque. Creemos que llegarán más esta semana.

Hoy nos despedimos del campamento con una lección. Un timbal resuena por todo el campamento y espontáneamente sirios, afganos, kurdos e iraquíes bailan. Españoles, portugueses, ingleses... Cada uno muestra sus bailes y sus cantos. Y los demás aplauden y ríen. Son estos momentos los que nos recuerdan que en mitad de la desgracia hay hueco para una sonrisa. Que son ellos los dignos. Que son ellos, los nadies: los hijos de nadie, los dueños de nada. Los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata.

Itziar Fuente




Una pequeña parte de la compra de hoy